Empezó a subtitular allá por el 2001 en Barcelona, cuando la cosa todavía era analógica y te hacían un contrato de trabajo, y aprendías junto a los mejores, no solo a subtitular sino a amar esta profesión que conlleva una responsabilidad enorme, porque de tu buen hacer depende que la obra audiovisual pueda ser compartida por todos y todas. No nombrará a las empresas e instituciones para las que ha trabajado, sino a las personas que le han enseñado y continúan haciéndolo, revisando su trabajo, compartiendo su conocimiento de años conmigo: Diana, Marçal, Albert, Raquel, Ángel, Pedro, Ana, Yolanda, Marita, y a muchos, muchas más, ellos y ellas saben quiénes son.
Al mudarse a Madrid, se dedicó por completo al mundo de la información y la documentación, hasta que hace unos años volvió a este oficio de subtitular. Volvió y todo había cambiado, lo digital se había impuesto y con él un subtitulado más rápido, más abundante, aunque también más precario. Ahora ya no ve la tele, la subtitula, ya no la escucha, la lee, como en el cine.
Su trabajo en La bella y la bestia le ha valido resultar finalista en la categoría deMejor subtitulado para sordos de obra estrenada en cine, DVD, TV o dispositivo móvil en los VI Premios ATRAE.